lunes, 28 de julio de 2008

COLEGIO NUESTRA SEÑORA DE LA FUENSANTA





Como hijo del fundador Juan Morales Rojas del Colegio Nuestra Señora de la Fuensanta y como antiguo alumno, me siento muy motivado para escribir algunas palabras en este significativo momento del cierre del Colegio. No existe nada predeterminado que haga que esto se produzca, Empezó un 23 de Enero de 1950, se materializaba así uno de los grandes anhelos del barrio de la Huerta la Reina, preocupada de la educación de sus hijos y de preservar el acervo cultural, llegó de la mano de mi padre a la calle Goya nº 2 y años más tarde se enclavó en la calle Luis Ponce de León, 21, el colegio de Don Juan como se le llamó y se le llama todavía en tono cariñoso, establecimiento educativo formó mi niñez y juventud de nuestra ciudad y la zona.

Sobre los sólidos cimientos del Colegio, mi Padre, decía que una sed de enseñar en su alma llevaba, le animaba el ferviente deseo de que este colegio formara auténticos alumnos y a la vez íntegros ciudadanos académicamente bien preparados para continuar estudios superiores.

El papel de los profesores ha sido fundamental para llegar a las realidades educativas y que a través de la enciclopedia de Álvarez nos impulsaba a conocer un nuevo mundo más humano, justo y solidario.

Este es el espíritu que ha prevalecido entre profesores y alumnos. Eran auténticos esfuerzos comprometidos en realizar el trabajo diario.

Mi Padre tenía el corazón abierto para los grandes problemas de la zona, para su progreso material, y también para su progreso espiritual e intelectual.

Cuando surgió la necesidad de tener un Colegio propio para los niños, fue él quien inmediatamente empezó a gestionar, a pedir, a sacrificarse, sin descanso hasta que fue una bella realidad el Colegio al que no dudó un momento en bautizar como Nuestra Señora de la Fuensanta. Fue su religión, su fe y entrega docente las que le impulsaron a trabajar con los alumnos.

Afortunadamente puedo decir que el espíritu que orientó a mi padre, prevalece en el colegio desde que mi hermano Juan Carlos Morales se hizo cargo de la dirección por jubilación de mi padre, siempre ha mantenido un carisma que no debía perderse a pesar de las dificultades que han podido presentarse.

Sin duda alguna la tarea emprendida y continuada por ellos es uno de los motivos que me llevan a seguir su ejemplo de canalizar a través de una educación basada en los valores y principios en que yo creo, así como también en el profundo amor a Dios y la fe católica que siento y que deseo sea transmitida a las generaciones futuras.

Hace 58 años se pusieron las sólidas bases del colegio. En aquel entonces era una pequeña simiente, hoy después de casi 12 lustros es un frondoso árbol. Desde 1950 hasta el día de hoy, en que el Colegio Nuestra Señora de la Fuensanta es señero entre los de su clase esforzándose y entregando lo mejor.

Desde aquí hago un llamado a todos los ex alumnos para que desde las raíces del pasado seamos siempre fieles a la identidad de nuestro colegio, escuchando e interpretando los signos de los tiempos que nos llaman siempre a nuevos desafíos.

Muchas personas hoy ocupan puestos privilegiados en todas las facetas de la vida,(sería imposible recordar a todos los alumnos que pasaron) que permanecieron cierto tiempo en nuestro Colegio, tienen un sentimiento de añoranza hacia su colegio que fue su alma mater cultural, y que aún despierta en ellos un deseo de cooperar en su engrandecimiento. Pronto se va a iniciar los trabajos de terminación del Colegio y he de dejar que sólo se debe a otro avatar de la vida a la jubilación de mi hermano Juan Carlos.
Si nuestros antepasados nos legaron lo que hasta hoy hemos tenido, somos nosotros los que debemos recordarlo. Sólo si valoramos el pasado sabremos cuidar lo que tenemos ahora para proyectarnos con confianza hacia el futuro.

crisis


Nuestras vidas se ven empañadas casi a diario por cosas pequeñas que al final se hacen tan grandes que enturbian los pequeños momentos de felicidad llenándolos de fobias. La tan temida llamada crisis. ¿Que qué es la crisis? Una palabra que al mismo tiempo significa peligro y oportunidad. Existen las previsibles que nos llegan desde que nacemos hasta el fin de nuestros días (infancia, adolescencia, vejez), de estas raramente nos escapamos, ya que llevan implicadas enfermedades, complejos, jubilaciones, etc. Existen otras crisis que dependen de adversidades de la vida cuando los aportes primordiales nos hacen caer en ellas (accidentes, inundaciones, incendios, terremotos). Cuando surgen lo hacen tan rápido que no nos da tiempo de reaccionar. En estas crisis, tendemos a solidarizarnos en ayuda a los demás.
¡Y la gran crisis!, de la que hablamos desde el desayuno a la cena, ¡la que no nos deja dormir!; la crisis económica, la que nos aporta muchas secuelas emocionales forzosas: resignación, abatimiento, desconsuelo, síndrome estudiantil, porque creen que no lograrán finalizar su carrera, etc.
Para la hipoteca no llega el dinero, pero si no puedes pagar la hipoteca, el mayor problema es para ti. La crisis financiera produce una reacción en cadena en el sistema, con muchos bancos que perecen al tener dificultades de fondos y de liquidez al acentuarse la sospecha en su volumen de no poder reintegrar a los ahorradores.
Las jornadas de sol a sol en la agricultura no compensan al ver que el precio final de venta se ha multiplicado y el gasóil está por las nubes; los pescadores dejan amarradas sus embarcaciones; los transportes se quedan parados en las autopistas sabiendo que son el aparato circulatorio de una nación llevando el plasma y la savia nueva por todo el territorio, luchando con su vida entre inclemencias del tiempo y falta de seguridad y para todos la eterna pesadilla de volver a ser un número del INEM, las pensiones anquilosadas, el salario mínimo... qué decir, los inmigrantes trabajando quince horas al día para llevarse algo a la boca, los pisos tan caros como el traspaso de un jugador de fútbol y los alquileres, que salvo a determinadas personas que cumplan estrictamente las condiciones establecidas son subvencionados, pero en ningún caso la ley contempla a divorciados que además de hacer frente a la reducción de nóminas y crear una nueva casa no se les tiene en cuenta y mucho menos a pensionistas.
Y todo o casi todo por el temible euríbor (tipo europeo de oferta interbancaria), más bien diría yo sinónimo de adeudos y subastas, un forajido legal al que nunca le podremos retar.
No va bien España, se agrieta. Nos hacen llorar, unos por las crisis interiores de sus partidos --si no se ponen de acuerdo ni ellos--; otros porque han creado la vida de sueños y no saben que los sueños, sueños son.
Como sociedad no podemos ver y aceptar que desde las altas esferas se hable de crisis de Estado trayendo desconfianza y a su vez conflictos que se derivan de ello, huelgas intentando que lleguen sus propuestas más arriba ya que de todos es conocido que una crisis política trae una económica.
Cada vez cargamos con una existencia más molesta en la que acostumbradamente nos conducimos como autómatas. Nos ocupamos por conservar un trabajo y no por nuestro desarrollo personal, de ahí que surjan crisis en la deshumanización.
Creo y pienso que es de las pocas cosas que aún podemos seguir haciendo, que como en otras ocasiones los españoles nos hemos sentido fuertes y en los momentos difíciles tengamos la fortaleza suficiente y por mucho que nos cueste tener la mente fría, que nos haga actuar con serenidad y sobre todo sabemos que el ingenio mata el hambre aunque nunca la fantasía es mejor que la realidad; la crisis del mundo se sustenta por la aspiración en manifestar la superioridad frente a otros países, ahora será la conflagración por petróleo, y dentro de poco la conquista por el agua; pensemos que la tempestad pueda ser pasajera y que la calma sea pronto nuestra aliada. Que la luz nos acompañe, pero cuidado con los recibos.